miércoles, 20 de agosto de 2008

Sin título



Las cosas no son blancas o negras.


Según el diario clandestino El País, hay en España 138.000 millonarios. Entiendo que la palabra "millonario" designa a la persona capaz de usar su dinero para producir más dinero en unas cantidades que le permiten estar siempre arriba y vivir a todo tren, aunque vete tú a saber lo que es un millonario. Lo cierto es que con la actual crisis económica hay gente que ha ganado más pasta que nunca. Qué tíos, más listos que el hambre (podríamos decir: tan listos como el hambre).


Al mismo tiempo, existen en los territorios ocupados por el Estado Español bolsas de pobreza escalofriantes (en Canarias en 2007, un 20% de la población, es decir, personas que cobran menos de 400 euros mensuales -según cifras del Ministerio de Asuntos Sociales) y abundantes asentamientos chabolistas, de los cuales el más grande de Europa se encuentra a las afueras de Madriz, capital del reino.


Las cosas no son blancas o negras.


En los países ricos no existen hoy las clases sociales.


Existen en el Estado Español (como en todos los estados capitalistas) personas con capacidad de decisión en asuntos económicos que afectan al conjunto de la población, propietarios de industrias y tierras decisivas, dueños de los medios de producción, poseedores de hermosas mansiones en el campito, jugadores empedernidos de golf. Se reúnen en sus juntas de accionistas y deciden democráticamente lo que hay que hacer para ganar. Después se embostan a delicatessen. Y se cuentan chistes graciosísimos y se hacen el amor de forma apasionada, lubrificados con petróleo latinoamericano. No time for losers, ' cause we are the champions of the world. El presidente del bigote que reinó hace poco con sus amigotes y para sus amigotes, se apropió de la teoría de los "campeones nacionales" seguramante de origen anglosajón: la promoción de una serie de empresas privadas de carácter multinacional a las que hay que mimar para que ellas hagan de España una nación que sea una, grande y libre, expandiéndose por los territorios de ultramar evocando tiempos gloriosos, agitando los billetes como antaño las velas de los navíos y enseñando los colmillos y la lengua amarillenta por las copas: o conmigo o contra mí, como aconseja la buena teoría neoliberal. Al cambiar el gobierno y entrar los rojos en tropel, blandiendo una hoz de confetti y un martillo de azúcar, causando enconadas iras en la sacristía por su manifiesta tendencia al amor contranatura y a los más diversos vicios, esas personas siguen siendo más o menos las mismas, un poco más orondas quizás. Muchas incluso militan entre los rojos o tienen relaciones carnales con ellos, acaso por el morbo de mezclarse con el proletariado.


Por su parte existen varias decenas de millones de mindundis que vamos al centro comercial en busca de ofertas (http://www.myspace.com/lendakaris), que no tenemos casa ni coche propios y que sólo disponemos de nuestra fuerza de trabajo, más o menos especializada, como medio de subsistencia, aunque algunos, como yo mismo, vengamos de buena cuna. Tenemos poder de decisión en la medida en que consumimos artículos del centro comercial, grandes ofertas, lleve tres y pague dos, y un boicot nuestro podría hundir alguna gran empresa, cosa que no haremos jamás por nuestro gran sentido práctico: 'tá barato. La hipoteca nos tiene cogidos por los huevos y ay que ahorral. Tenemos también la gran llave de la huelga general eterna, también llamada Revolución, pero nos resulta inconcebible por nuestra tenaz resistencia al pensamiento, ahora denostado como pura "metafísica". Nos basta la libertad de consumo, pues, realmente -pensamos- en el mercado se puede encontrar de todo. Y muy barato si nos tomamos la molestia de ir al centro comercial. A veces vale la pena hacer el esfuerzo de coger la guagua para ir al centro comercial a comprar. Desde luego es mejor en coche pero si no tenemos coche no pasa nada, en guagua se va bien. El problema es la vuelta cargando con las bolsas llenas de ofertas, bolsas de ahorro en el sentido más puro de la palabra. Es un poco coñazo volver con las bolsas, pero insito en que vale la pena porque ahorras. En serio, te llevas tres y pagas dos. Esa es la oferta. A veces cambia, por ejemplo: "Llévese diez y pague seis", pero rara vez supera, al menos en el mundo de la alimentación, el fenomenal "Dos al precio de uno": el cincuenta por ciento de ahorro, flipa. Pero cuando llega el "Tres al precio de uno" (3 x 1), entonces, sí. Entonces, sí. Entonces es cuando no hay excusa: hay que ir a comprar al centro comercial, al hipermercado del centro comercial, aunque esté pal coño; se coge la guagua y se va al centro comercial a ahorrar. Yo por ejemplo me compré el otro día tres paquetes de Mars mini, chocolates con exquisito relleno de caramelo, al precio de uno. ¿Te fijas? Compré uno y me ahorré dos. El planteamiento es irrefutable, desde luego. Y por eso nos convence. Nos convence de la democracia. Vivimos en democracia. Llevo tres y pago uno. Bisnaso.


Luego están los podríos, que no tienen ni pa tabaco, y que por lo general están locos o enganchados a alguna droga dura o las dos cosas y que no merecen ni una palabra más. Son y han de seguir siendo invisibles.


No existen las clases sociales porque todos somos ciudadanos sujetos a los mismos derechos y deberes. A unos ciudadanos les gusta pagar una y llevar tres bolsitas de Mars mini y a otros les gusta pagar tres y llevar tres helicópteros privados porque no reparan en gastos. Así de sencillo e impepinable. Repito: no hay más.


No existen las clases sociales, eso lo sabe cualquiera hoy en día.


Y las cosas no son blancas y negras.


Por eso hay que olvidar a Marx.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

tú mismo, rey...

Anónimo dijo...

YO SI QUE SOY SIMPLE: YA ME LA KOMES

Anónimo dijo...

BURRO,si que eres simple,te la come y sigues leyendo.

Anónimo dijo...

estoy con burro.yo ,también, burro.

Anónimo dijo...

El marxismo no vale porque ha fracasado histórica, científica y moralmente. Porque la idea del "valor trabajo" quedó completamente desprestigiada a raíz de las teorías marginalistas. Porque denota una mentalidad estática y simplificante ante un mundo caótico y complejo Y, sobre todo, porque tiene defensores tan rancios y fofos como Negro Salvaje. Ay, ¿por qué lo llamarán igualdad cuando quieren decir obediencia?

Anónimo dijo...

merluzo: podrías explicar qué son las teorías marginalistas? cuando dices "el marxismo", a qué te refieres? a los panfletillos que manejan los seudocomunistas de camiseta cheguevara? has leído a marx por ti mismo? y a gramsci? y a adorno? y a benjamin? y a lukacs? y a hobsbawm? a eagleton? a jameson, quizás? has leído algo con un poco de chicha en los últimos tiempos? acaso has leído algo en tu puta vida aparte del "muy interesante"? a mí me da que a ti lo que te va son los asaderos y poco más. te has despachado la corriente de pensamiento más fecunda de la historia en cinco líneas. quién es el que simplifica? marx fue un hombre del XIX, con todas sus consecuencias y sus limitaciones, pero hay bastante más en su pensamiento que el "valor trabajo". el mundo será caótico y complejo, pero tú no, desde luego. que te mejores (yo, la merluza, mejor a la portuguesa).