sábado, 24 de enero de 2009
domingo, 18 de enero de 2009
Amigos de Israel
La raza no es, como pretenden los racistas, la particularidad natural inmediata, sino, más bien, la reducción a lo natural, a la pura violencia: la particularidad encerrada y obstinada en sí misma, que, en la realidad existente, es precisamente lo universal. Raza es hoy la autoafirmación del individuo burgués, integrado en la bárbara colectividad.
(T.W. Adorno)
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Mil quinientos muertos, cinco mil heridos. Alto el fuego unilateral y reanudación de los ataques seis horas después. Sedes de la ONU, hospitales y escuelas bombardeadas con armas prohibidas: ¿cómo se explica que las democracias europeas no rompan relaciones con Israel como lo han hecho Venezuela y recientemente Bolivia? Quizás no extrañe tanto si vemos a Israel como un apéndice de USA en Oriente Próximo, y ya se sabe que con USA no se puede romper, haga lo que haga, porque de algún modo, también nosotros somos USA. Llama la atención la constante mención de la "amistad" a Israel que hacen los dirigentes, incluido Setapé, despejando cualquier duda al respecto. Israel es el matón del que hay que ser coleguita, porque como se le crucen los cables...
En esa magnífica parodia macabra que es Van a por Nosotros, Graham de la Cruz reconstruye las reflexiones de un empresario español vinculado a la cámara de comercio hispano-israelí. Reproducimos el fragmento en cuestión:
Eres un simplista. Las cosas no son tan sencillas. Israel no mata porque sí. Menudo escándalo si piensas eso, ignorante. No entiendes lo que significa sentirse amenazado por los terroristas. Pero amenazado de verdad, por unos fanáticos locos, fascistas suicidas que odian la vida y la Civilización. Si Israel se despista, se los comen los salvajes esos, que están rodeándolos por todas partes, como lobos hambrientos, que anhelan y envidian el bienestar de Israel. “El moro es un lobo para el hombre”, ya lo decía el filósofo. Por eso Israel tiene que mostrar mano dura. Los moros sólo entienden la mano dura. Leña al moro, como dice el refrán. Lo que pasa es que tú eres un simplista y un antisemita. ¿Tú te crees que a Israel le gusta matar niños? Claro que no, pero los niños crecen y se convierten en terroristas, por eso no queda más remedio que matar a algunos. Los que mueren no son niños: son futuros terroristas. Además, la culpa es de sus padres, que los dejan ir sueltos por ahí, bajo las bombas. De todos modos, si lo piensas bien tampoco es tan grave, porque los moros tienen muchísimos hijos. Ya lo decía aquel intelectual español en su blog: “paren como conejos”.
Yo soy un Amigo de Israel. Lo importante hoy es ser Amigo de Israel. Antes, cuando Israel no existía como E$tado, los judíos eran unos seres despreciables. Sólo se les toleraba porque tenían dinero. Al no tener un país, tenían dinero, que era una forma de tener una patria. Con dinero te respetan, eso siempre ha sido así, y eso lo sabían bien los judíos. Pero llegó Hitler y dijo: “Nanay de la China, a mí no me engatusan los usureros estos”. Y se puso a matar judíos que se volvió loco, el tío. Mató… bueno, para qué te voy a contar, mató una barbaridad: cantidades industriales de judíos y gitanos y moros y negros y rojos, pero sobre todo judíos, que le caían peor, no se sabe muy bien por qué. Sus razones tendría el hombre, digo yo. El caso es que después de la guerra, la comunidad internacional decidió permitirles montar el chiringuito en Palestina, para que se callaran de una vez y se fueran allí a vivir y a amasar fortunas, que es lo que más les gusta en el mundo: amasar fortunas y darse cabezazos contra el Muro de las Lamentaciones. Le dan al muro de frente, con la nariz ganchuda esa que tienen, que es como un pico de ave rapaz; intentan horadar el muro, como prescribe el ritual milenario, el tal Mud ese o como se llame.
Lo cierto es que desde que llegaron, los moros han estado tocándoles los huevos con sus bombas y sus chilabas y sus babuchas apestosas. Desde el principio han estado siempre tensos, porque sabían que a los moros no les iba a hacer mucha gracia que los echaran al desierto por la cara. Los judíos han estado en guerra con ellos desde que llegaron. Pero por suerte para ellos y para el Bien, desde USA, donde viven más judíos que en Israel, les han echado un capote. ¿Por qué? Porque los judíos de USA son dueños de la cocacola, y sin cocacola USA se viene abajo. Por eso le han dado a Israel armas y bombas atómicas y todo lo necesario para mantener a raya a los moros. Pero claro, vivir así es un estrés. Deben de tener paranoias chunguísimas sabiendo que están rodeados por los moros. Yo también las tendría. Además, los tíos tienen el trauma de los campos de concentración y las cámaras de gas y todo aquello. Por eso, desde que pueden, levantan muros y alambradas y lanzan misiles con fósforo blanco, que es una sustancia química que abrasa la piel y asfixia los pulmones: a ellos también los asfixiaban con Zyklon B y los quemaban en hornos. Están en su derecho de vengarse, ¿no?
Ya te digo: hoy en día hay que ser Amigo de Israel. ¿Tú no eres Amigo de Israel o qué? Entonces eres un antisemita y un hijoputa. ¡Simplista! Pregúntale a cualquier intelectual si es o no es Amigo de Israel y verás qué te responde. Cualquier intelectual te dirá: mejor ser Amigo de Israel, que es un país nazi, pero al menos es una democracia moderna. Opinar otra cosa es ser simplista y antisemita y antisistema. Está clarísimo.
Lo moderno es ser Amigo de Israel y apoyar a Israel en su derecho a defenderse de los árabes. “Los árabes no existen”, lo dicen las Escrituras y lo tiene que proclamar el primer ministro israelí en su discurso de investidura al jurar el cargo sobre las Escrituras. Los árabes no existen, pero tocan los huevos una barbaridad.
Yo soy un Amigo de Israel. Lo importante hoy es ser Amigo de Israel. Antes, cuando Israel no existía como E$tado, los judíos eran unos seres despreciables. Sólo se les toleraba porque tenían dinero. Al no tener un país, tenían dinero, que era una forma de tener una patria. Con dinero te respetan, eso siempre ha sido así, y eso lo sabían bien los judíos. Pero llegó Hitler y dijo: “Nanay de la China, a mí no me engatusan los usureros estos”. Y se puso a matar judíos que se volvió loco, el tío. Mató… bueno, para qué te voy a contar, mató una barbaridad: cantidades industriales de judíos y gitanos y moros y negros y rojos, pero sobre todo judíos, que le caían peor, no se sabe muy bien por qué. Sus razones tendría el hombre, digo yo. El caso es que después de la guerra, la comunidad internacional decidió permitirles montar el chiringuito en Palestina, para que se callaran de una vez y se fueran allí a vivir y a amasar fortunas, que es lo que más les gusta en el mundo: amasar fortunas y darse cabezazos contra el Muro de las Lamentaciones. Le dan al muro de frente, con la nariz ganchuda esa que tienen, que es como un pico de ave rapaz; intentan horadar el muro, como prescribe el ritual milenario, el tal Mud ese o como se llame.
Lo cierto es que desde que llegaron, los moros han estado tocándoles los huevos con sus bombas y sus chilabas y sus babuchas apestosas. Desde el principio han estado siempre tensos, porque sabían que a los moros no les iba a hacer mucha gracia que los echaran al desierto por la cara. Los judíos han estado en guerra con ellos desde que llegaron. Pero por suerte para ellos y para el Bien, desde USA, donde viven más judíos que en Israel, les han echado un capote. ¿Por qué? Porque los judíos de USA son dueños de la cocacola, y sin cocacola USA se viene abajo. Por eso le han dado a Israel armas y bombas atómicas y todo lo necesario para mantener a raya a los moros. Pero claro, vivir así es un estrés. Deben de tener paranoias chunguísimas sabiendo que están rodeados por los moros. Yo también las tendría. Además, los tíos tienen el trauma de los campos de concentración y las cámaras de gas y todo aquello. Por eso, desde que pueden, levantan muros y alambradas y lanzan misiles con fósforo blanco, que es una sustancia química que abrasa la piel y asfixia los pulmones: a ellos también los asfixiaban con Zyklon B y los quemaban en hornos. Están en su derecho de vengarse, ¿no?
Ya te digo: hoy en día hay que ser Amigo de Israel. ¿Tú no eres Amigo de Israel o qué? Entonces eres un antisemita y un hijoputa. ¡Simplista! Pregúntale a cualquier intelectual si es o no es Amigo de Israel y verás qué te responde. Cualquier intelectual te dirá: mejor ser Amigo de Israel, que es un país nazi, pero al menos es una democracia moderna. Opinar otra cosa es ser simplista y antisemita y antisistema. Está clarísimo.
Lo moderno es ser Amigo de Israel y apoyar a Israel en su derecho a defenderse de los árabes. “Los árabes no existen”, lo dicen las Escrituras y lo tiene que proclamar el primer ministro israelí en su discurso de investidura al jurar el cargo sobre las Escrituras. Los árabes no existen, pero tocan los huevos una barbaridad.
domingo, 11 de enero de 2009
Antisemita
En los blogs de internet me han llamado de todo: racista, clasista, comunista, fascista, antisistema, antisemita, anarquista, demagogo, elitista, miserable, misántropo, misógino, barriobajero, ruín, mediocre, chisgarabís, degenerado, antisemita, subversivo, borrachín, chiquilicuatro, nazi, islamófobo, antisemita, islamófilo, drogadicto, bolchevique, menchevique, reaccionario, terrorista, malvado, terrorista, sacrílego, terrorista, blasfemo, terrorista, felón, antisemita, sodomita, homófobo, terrorista, gordinflón, facha, jipioso, mongolo, antisemita, amarihuanado, tragaldabas, enfermo mental y bobo solemne, entre otras tantas lindezas, que me han dejado profundamente consternado. Pero consternado de verdad. Acuérdate si no de mi mirada perdida y mis ataques de llanto durante tu última visita a casa. Lo he pasado muy mal, y tú lo sabes.
Graham de la Cruz
(Van a por Nosotros)
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Ayer y hoy se han celebrado por doquier manifestaciones de condena a la brutal intervención israelí en la franja de Gaza que en estos momentos se lleva a cabo, con el saldo provisional de más de ochocientos cincuenta muertos y tresmil quinientos heridos, la mitad de ellos civiles, mujeres, niños y ancianos incluidos. La cifra aumenta escandalosamente mientras voy escribiendo estas glosas y quién sabe hasta dónde llegará cuando el gobierno de Israel decida decretar el alto el fuego, sin que ningún gobierno europeo proteste con la energía necesaria. Ayer en Barcelona, un miembro de la comunidad palestina en Cataluña alzaba un cartel donde podía leerse "Gracias Chávez", con una foto del presidente venezolano. Venezuela, como sabemos, es el único país que ha roto relaciones diplomáticas con el estado de Israel a causa de esta agresión.
En estas manifestaciones callejeras se suelen leer y escuchar consignas que equiparan el sionismo con el nazismo y que identifican la estrella de David con la esvástica, en lo que parece ser una igualación recurrente que despierta recelos entre los asistentes más cautos y aprensivos. La comparación, que desde luego es controvertida, tiene la ventaja y el defecto de la visceralidad poética: el colapso de la humanidad, la razón al servicio del exterminio de inocentes, la catástrofe histórica sin igual que supuso el nazismo cumplen en esta equiparación una función de rechazo absoluto con respecto a las prácticas políticas genocidas que lleva a cabo hoy el estado heredero de dicha catástrofe. La vinculación histórica entre la suerte del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial y la creación del Estado de Israel al finalizar esta refuerzan el poder de seducción de la comparación, que adquiere incluso tintes psicoanalíticos: los judíos serían el pueblo traumatizado condenado a repetir sobre los árabes el trato recibido en el pasado por los alemanes; sin embargo la comparación es también débil por su trazo grueso y su tosquedad: evidentemente el sionismo no es el nazismo, aunque al igual que este, nace con los nacionalismos romántico-burgueses del siglo XIX europeo. Las comparaciones de trazo grueso, aunque tengan poder catártico, oscurecen la comprensión de los hechos. En este sentido llamar nazis a los sionistas tiene el mismo valor que cuando Aznar llama nazis a los miembros de la izquierda abertzale: sólo desacredita a quien equipara.
Dicho esto, me irrita profundamente esa tendencia de muchos a ver antisemitismo por todas partes, "restos de antisemitismo", donde sólo hay rabia contra la impunidad de la cual goza el Estado de Israel en nuestros días, con sus actuaciones al margen de la legalidad internacional, con su absoluto desprecio hacia la humanidad de los árabes (en la política israelí impera la máxima "los árabes no existen"), con su ejército todopoderoso y atómico y el apoyo siempre incondicional de los USA. Y si yo digo ahora: "¡Me cago en el puto Estado de Israel, judíos hijos de la gran puta!". ¿Soy por ello antisemita? No. Y por dos razones: la primera es porque los palestinos también son semitas y no he aludido a ellos en ningún momento. La segunda, porque mi exclamación, grosera y malsonante sin duda, cumple un fin que no es el sojuzgamiento de los judíos como pueblo, como religión o como cultura, sino algo mucho más primario: el insulto. Y el insulto, cuando comporta rabia, es siempre tosco y muchas veces genérico y omniabarcante: es, etimológicamente, el "salto-contra" algo, una acción brusca y desafiante. Por otra parte, "hijos de puta" no significa literalmente nada hoy en día (http://es.youtube.com/watch?v=JgRz6IkceHo) y el decir "judíos" es como decir "americanos hijos de la gran puta" para referirnos a los imperialistas yanquis cuando bombardean el mundo, cosa que se dice con soltura y sin que nadie se alarme ni piense en que se sojuzga al continente americano al completo. El Estado de Israel instrumentaliza la memoria del Holocausto y asume un victimismo justificatorio de su propia barbarie. Y la población israelí, al parecer apoya mayoritariamente a su "ejecutivo".
Y sin embargo:
jueves, 1 de enero de 2009
Cincuenta
Feliz año nuevo.
2009 ha de ser, ante todo, un año en que la idea de la Revolución esté siempre presente en nuestro ánimo. La era de la opulencia toca a su fin y con ella mueren las ilusiones de todos los chorlitos que aún creían en el American Dream, yeah. Hay que volver a pensar desde la base y arrimar el hombro en proyectos colectivos. El que se quede suelto será barrido por la marea o lobotomizado por la barbarie. Algo se avecina.
Estos días se cumplen cincuenta años de la entrada de los barbudos en Santiago de Cuba y La Habana. Soy de los que piensan que la Revolución Cubana no necesita ser defendida, porque ya se defiende sola. No obstante, y pese a que soplan vientos favorables para el socialismo en toda America Latina y se empiezan a vislumbrar nuevos horizontes en la Europa del Capital (aún arden las sedes de los bancos griegos), todavía hay muchísima gente que repite los tópicos de la gusanera: Fidel dictador, etc, etc, mostrando una escuálida comprensión de qué es lo que está en juego realmente en Cuba. Cuando enjuiciamos las políticas llevadas a cabo por un país cualquiera tendemos a medir los resultados sociales por arriba, mirando lo ricos que son los ricos, como si ellos fueran la prueba de que se puede, yes, we can, si ponemos empeño en ello y tenemos confianza en nuestro poder de derecho divino. Pero lo cierto, señores, es que no se puede, no, we can't: por ahí no se llega más que a la barbarie, entendiendo esta como la ausencia de toda legislación ética y consiguiente regresión antropofágica, tal y como lo demuestra el panorama económico internacional, en especial en los capítulos que se refieren a la situación del Tercer Mundo, es decir, la mayoría de la humanidad. Repito estos topicazos sin sonrojo alguno porque es lo que hay y todo el mundo lo sabe, aunque se mire para otro lado hasta que la tortícolis nos revienta. Lo que quiero señalar es que, en vez de mirar hacia los yates de los ricos, podríamos comparar los diferentes sistemas políticos mirando hacia abajo, preguntándonos, en vez de cómo están los que mejor están, cómo están los que están peor, los de abajo del todo. Entonces veremos simplemente que Cuba aventaja largamente a la mayoría de las naciones, si no a todas. En Cuba, sin ir más lejos, es impensable el infierno del chabolismo yonqui que se da en mayor o menor medida en todas las ciudades del Estado Español.
Este año, señores, se acabaron las boberías. Las flamantes empresas que tiraban del carro se van a hinchar a despedir gente, ¡pa fuera, pa la calle!, el consumo se va a resentir y cerrarán los negocios, aumentará la delincuencia, la marginalidad, el crimen organizado, el vicio, el alcoholismo, las drogodendencias variadas, el pecado de Onán y la fiebre reumática. Volverán los vándalos y los alanos, clamando por su tributo, violando sin miramientos ni finura a los más probos ejecutivos, hombres ya entrados en años, a la salida de sus otrora alegres moradas, al grito de "¡mecagoendiós!" al hendir el falo. Las temperaturas aumentarán y así el nivel de los mares, la basura se desbordará y se esparcirá por las calles, con sus ratas y su crisol de enfermedades. Plagas de mosquitos tigre sobrevolarán las ciudades obscureciendo los cielos, infectando de nuevas formas de malaria a todo el mundo, en especial a las ancianas indefensas y a los niñitos inocentes, que no tienen culpa de nada. Será el horror, el horror, el horror. Y nosotros estaremos en casa, absortos con la Play.
¿Quién nos salvará?
El otro día caí fulminado a tierra y en medio de atroces espasmos tuve una visión prístina y clara como la gota de rocío. Entendí súbitamente que lo que se nos viene encima ahora es un totalitarismo policial militarizado internacionalmente a cuya cabeza han situado, quienes financiaron su campaña, al sonriente rey Baltasar, el cual, rebosante de buenrollismo, nos untará bien de vaselina para que nos entre a gusto el misil nuclear. Por si nadie lo ha notado, los grandes partidos políticos del mundo opulento ya se están agrupando en "grandes coaliciones" que propenden al monocolor ideológico: la Alemania de Angela (CDU/SPD), la Francia de Sarko (que ha acogido en su gobierno a varias figuras del PSF) y los USA de Baltasar, quien ha logrado unificar a demócratas y republicanos en fraternal comandita. No sería raro que viéramos una gran coalición PSOE/PP para las próximas elecciones, visto que Mariano ha apostado por la moderación y Setapé es un hombre cariñoso, dispuesto a perdonarlo todo (incluso que lo llamara "chisgarabís" en la anterior legislatura). Así pues, el pensamiento político del poder se revelará verdaderamente y ya sin tapujos como lo que es: pensamiento único. La cosa se va a poner peluda, y hay que amarrar al rebaño.
Por si a alguien le interesa, este año se presenta un nuevo partido político que quiere concurrir a las elecciones europeas de junio. Aún necesita conseguir las 15.000 firmas necesarias para hacer posible la candidatura:
Feliz año nuevo.
Salut.
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