jueves, 22 de septiembre de 2011

martes, 20 de septiembre de 2011

pensamiento subnormal

Bueno. Aquí estamos, recalando otra vez por el archipiélago veneno que dijera Salvador Sagaseta. La marea nos trajo de vuelta como cachos de alquitrán a la arena, después de tanto tiempo. Diez años sin vivir la cotidianeidad de esta ciudad. No sé cómo veo el panorama. La visión siempre está condicionada por el estado de ánimo, y el ánimo tiende a lo sombrío últimamente.

Quizás lo más desolador sea constatar cómo la gente más lerda e incompetente ocupa y disfruta de los puestos de mayor responsabilidad, los trabajos buenos, los puestos bien remunerados aquí, como en tantos otros lugares, con las honrosas excepciones que confirman la regla. Pero aquí le duele a uno más, porque uno es de aquí, y no de otros lugares, y aquí uno conoce y sabe. Otra gente, en cambio, gente preparada, gente honesta con amor por su profesión y ganas de trabajar, esa gente se come los mocos y no piensa más que en escapar a otra parte, como siempre ha sucedido en la historia de esta tierra.

"He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, muriendo de hambre, histéricas y desnudas". Esto es el Aullido de Allen Ginsberg en 1956. "Arrastrándose al amanecer por las calles de los negros en busca de un pico furioso". Dicen que ahora el consumo de heroína ha vuelto a aumentar. Enciendo el televisor y la cosa es como para suicidarse. En cambio, un amigo me aseguraba ayer que la 2 de TVE acaba de estrenar un programa sobre filosofía que no está mal y que se ha empezado a emitir los domingos por la noche. El primer programa estuvo dedicado al filósofo best seller Jose Antonio Marina. Los progres queman las naves con algunos programillas pasables antes de la debacle. Bueno, pienso, ya se encargará el PP de eliminarlo de la parrilla televisiva cuando llegue al poder, eso seguro. Pero no hace falta que llegue el PP: esta mañana, mientras hojeo el periódico local La Provincia, diario de excepcional calidad, me encuentro con una crítica televisiva firmada por un señor X que pone dicho programa a parir con el argumento, ya clásico, de que la filosofía es una cosa aburrida. Lo peor es que el escribano, que firma sin pudor como Antonio Rico y que al parecer publica sus cosas en el grupo Editorial Prensa Ibérica (http://www.antoniorico.es/) pretende resultar graciosillo con su tono y sus ideas, que si no fueran tan rotundamente mongoloides serían casi fascistas. En la inercia de darle a todo con el palo fláccido de su crítica, que para eso seguramente le pagan, este señor sale a la caza del único programa de filosofía de todo el espectro televisivo. El único en muchos años. Bravo. ¿Cómo consiguió este tipo su trabajo? ¿A quiénes pertenecían los anos que tuvo que lamer? ¿Con qué criterio fue contratado, habiendo tanta gente bien preparada que no tiene dónde caerse muerta hoy día? Preguntas de difícil respuesta.

Sea como sea, nos vamos haciendo mayores y comprendemos algunas cosas que ya sabíamos y otras que no sabíamos y nos vamos llenando de rabia y resentimiento, emociones que a la larga nos harán personas peores y más imbéciles. Cuando seamos lo bastante imbéciles, acomplejados y resentidos, una mano amiga nos enchufará en algún trabajo importante y bien pagado y se perpetuará así el ciclo de la infamia. Si la cosa no explota antes.